Por Roberto Elenes
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Coronel Agustín Sanginés |
Como jefe
político y militar del Distrito Norte, el coronel Agustín Sanginés (1894-1902)
recibía en Ensenada al nuevo Siglo XX, mientras su homólogo en el Distrito Sur,
el coronel Abraham Arróniz, hacía lo propio en el puerto de La Paz, Baja
California.
Si bien el
Siglo XIX en México, había sido de conservadores en el gobierno, el XX estaría
bajo control de los liberales. De los cuatro jefes políticos que hubo en el
Distrito Norte entre 1888 y 1911, el oaxaqueño Agustín Sanginés, en 1912, fue
el único en integrarse a las fuerzas antirreleccionistas con José María
Maytorena, gobernador de Sonora (1911-1915), apoyando al movimiento revolucionario
encabezado por Francisco I. Madero.
Con el grado
de general, en el estado de Chihuahua, Sanginés combatió en el célebre 4/º
Batallón Irregular de Sonora contra los orozquistas, por cuyas filas pasaron
dos presidentes de la República, Álvaro Obregón y Abelardo L. Rodríguez; este
último, tras disolverse las fuerzas de irregulares comandadas por el general
Salvador Alvarado, se integró al ejército carrancista y, el 19 de noviembre de
1913, Venustiano Carranza lo nombró capitán segundo de infantería.
En julio de
1912, Sanginés libró el combate de Ojitos contra los orozquistas, donde el
teniente coronel Álvaro Obregón tuvo su bautismo de fuego, demostrando con el
triunfo su natural talento militar. De Sonora, el general Agustín Sanginés fue
a Ojinaga a hacerse cargo de la recién creada jefatura de armas.
Sanginés
cambió de bando, ya que fue gobernador de Hidalgo con Victoriano Huerta, a
partir del 4 de julio de 1913, casi feneciendo el régimen del usurpador. Murió
en 1924.
El viejo
Faraón Sarabia Espinoza, residente de Ensenada desde principios del Siglo XX,
en entrevista concedida, en 1978, a Jorge Martínez Zepeda, describe a Sanginés
de esta manera:
«Era un señor grueso, fornido, muy
respetuoso. No le gustaba relacionarse; siempre andaba solo, por eso le tenían
como enemigo algunos políticos. Era muy recto y no aceptaba compadrazgos».
A su
llegada, en 1894, Sanginés, sin el pedigrí político de su antecesor, encara a
la caterva de eternos “suspirantes” locales al puesto de jefe político desde
tiempos de Villagrana, instalando en Ensenada una institución dedicada al
cultivo de las artes liberales y a la política: la Logia Simbólica Occidental
número I, lo que le volvería un hombre emblemático dentro de la masonería
bajacaliforniana. De ahí emergieron clubes políticos como el Manuel Márquez de
León y el Democrático Ensenadense, compuestos por empleados de la
administración pública local, de gente que prestaba sus servicios como
introductores de mercancía del extranjero, de educadores, profesores de música,
de unos cuantos militares con categoría de oficiales, así como de empleados del
juzgado, tinterillos, comerciantes, jueces de paz y uno que otro médico de los
pocos que había en la región.
El jefe
político y militar dentro de los distritos territoriales, conforme a la Ley de
Organizaciones de Tribunales del Distrito Federal y Territorio de la Baja
California era una figura que sí tenía ascendencia sobre el municipio,
pero no en una institución federal tan cercana al titular del Poder Ejecutivo
como lo ha sido Aduanas, encargada en el caso del Distrito Norte, de
pagarle al Ejército, al aparato judicial y al magisterio, además de
controlar financieramente la recaudación fiscal del único municipio existente.
La Aduana
Marítima de Ensenada se encargaba de la recaudación municipal que le producía
el 40 % de sus haberes, luego transferían estos recursos hacia el municipio más
el 1.5% de los derechos a las importaciones, lo que le daba a la aduana acceso
al manejo del presupuesto municipal. Pero con un hombre del peso político de
Luis Emeterio Torres dentro del porfiriato, los mecanismos de injerencia del jefe
político y militar se ampliaron al grado de influir en la designación de
alcaldes y funcionarios municipales. No se diga de la aduana en cuanto a dinero.
Torres y Sanginés consiguen hacer valer su
autoridad sobre la aduana,
controlando financieramente al municipio, al convertir al tesorero municipal en
el tesorero de la jefatura distrital, propiciando que la aduana tuviese,
primero, que dar cuenta al jefe político de los dineros recabados
correspondientes al municipio, por encima del cabildo municipal. Para 1899, por
ejemplo, durante el mandato del munícipe Carlos A. Quijaza, el tesorero de la
jefatura política de apellido Solorio, era también el tesorero municipal. Para
1900, mientras la aduana se encargaba por entero de los gastos del aparato
federal, el Ayuntamiento de Ensenada en buena parte era auto suficiente gracias
a lo que generaba de recaudación de impuestos, bajo la celosa supervisión de la
jefatura política.
En lo
político, con Torres y Sanginés era un hecho que los presidentes municipales
que tuvo Ensenada siempre fueron sus incondicionales, y que la designación de
los principales funcionarios del municipio provenía comúnmente de la decisión
personal del jefe político. No así el administrador de la aduana, cuyo
nombramiento venía de México. Tras la salida de Luis Emeterio Torres, con Sanginés y
Arróniz esta constante seguiría prevaleciendo. Pero con la llegada, en 1903, de
un jefe político débil y arbitrario, como lo fue el coronel Celso Vega, en
contraposición a las fuertes aspiraciones políticas de los locales, los
problemas y conflictos se acrecentaron cada vez más y más hasta su renuncia a
la jefatura en agosto 22 de 1911.
Sanginés y el nacimiento del emporio agrícola
Para 1894,
en que Sanginés llega al gobierno del Distrito Norte, se publica en el Diario
Oficial de la Federación el contrato de construcción del tramo Tijuana-Yuma,
signado desde 1881 por el gobierno de México y la empresa norteamericana “Baja
California and Sonora Railway Co.”, que al paso del tiempo surgiría con el
nombre de “Inter-California”; una línea ferroviaria que, en 1906, empezaría a construirse
desde Los Algodones, llegando a Mexicali al año siguiente, para conectarse
con la vía del ferrocarril de la compañía “Imperial & Gulf Railroad”,
absorbida después por la Southern Pacific, que, proveniente de Old Beach
(Nyland) —pasando por Calexico—, ya se había conectado con Mexicali desde 1905,
con miras de llegar al golfo de Santa Clara, en el vecino estado de Sonora.
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Harry Chandler y general Harrison Gray Otis |
Ese año de
1894, el canadiense Harry Chandler —yerno del general Harrison Gray Otis, dueño
del L. A. Times—, promueve la zona, trayendo al Desierto del Colorado a
un grupo de banqueros con el fin de que invirtiesen para convertir el inhóspito
y desolado Valle californiano en un vergel agrícola. Algunos de los
inversionistas partieron a Los Ángeles, descorazonados, con la convicción de
que Chandler se había vuelto loco.
En 1895,
Frank Thing y su hermano, pastoreando ganado, se asientan al lado de los
pequeños núcleos de los cucapá que vivían, dispersos, a orillas de la Laguna
Cameron, situada a un costado de los mezquitales que rodeaban al acceso
fronterizo de Estados Unidos a México (Monumento 220-A), correspondiente al
antiguo “Camino de La Herradura” que comunicaba a San Diego con Yuma, Arizona,
a través de suelo mexicano: la ruta de diligencias.
Adicionales
a esta entrada a México, existían otros dos accesos al Desierto del Colorado
que formaban parte de las dos rutas, bien conocidas ya desde 1850, para bajar
de los Estados Unidos hacia Sonora e ir de vuelta hacia el país del norte: el
“Paso del Centinela” que era parte del camino de la “Vereda del Mesteño”, y el
“Paso de Los Algodones” que pertenecía al “Camino del Diablo”. Vale decir que
el origen de estas dos rutas es anterior a los días en que Fausto Álvarez, en
1873, atendía su negocio de venta de licores y pastura en la “Posta Río Nuevo”,
que estaba situada en lo que hoy es suelo citadino de Mexicali.
Desde la
llegada de Luis Emeterio Torres al Distrito Norte en 1888, esa área desértica entre los
valles Imperial y de Mexicali, era identificada como un lugar frecuentado por
vaqueros en cierta época del año, dado los pastizales que crecían alrededor de
sus lagunas aledañas, en cuyas orillas se formaban parajes aptos para la
crianza y pastoreo de ganado de engorda. Verbigracia los hatos de ganado bovino
del famoso “Rancho Warner”, en San Diego, y del caballar de los indios que
vivían en el área, es sabido que eran traídos a pastar por estos sitios. Este
tipo de información referente al uso de los terrenos que rodeaban la zona de la
Laguna Cameron, fue corroborada en el reporte oficial realizado por el teniente
coronel Victoriano Huerta (futuro usurpador de la Presidencia de la República)
y por el teniente Juan N. Vázquez, durante su estancia en la región formando
parte del equipo binacional que participó en la colocación de los monumentos
divisorios por parte de la Comisión Internacional de Límites (1882-1889).
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Anthony H. Heber |
En New
Jersey, el 26 de abril de 1896, Charles R. Rockwood y Anthony H. Heber y otros,
crean la California Development Co. (la C.D.C.), cuyo cometido era canalizar el
agua del Río Colorado hacia el Valle Imperial, utilizando suelo mexicano.
Heber, además de conformar compañías tales como: la “Colony Investment”, la
“Goldfield Mining”, la “Imperial & Gulf Railroad”, y de haber sido vicepresidente
del “First Nacional Bank of Imperial” y de crear la primera agencia aduanal (la
A. H. Heber & Co) de la región, se convertiría en dueño de los terrenos
(187.36 hectáreas) donde se asentaría el primer cuadro de la ciudad de
Mexicali. Por lo demás, ese año de 1896, iniciada la cuarta gestión
gubernamental de Porfirio Díaz, se decretó la aplicación de un segundo derecho
de importación: el cobro al impuesto al bulto a un peso oro por tonelada de
pesaje.
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Thomas Blythe |
En 1897,
Antonio Moreno Altamirano vende a Thomas Blythe los 86 502 acres (34 998
hectáreas) de tierra que comprendía el entorno del poblado de Los Algodones. Al
poco muere Blythe, intestado, y dichos terrenos pasan a manos de Guillermo
Andrade, su socio. Éste, a su vez, siete años más tarde (mayo 23 de 1904)
revendería esas tierras a la Colorado River Land Company.
Para ese año
de 1897, vivían en Los Algodones, Abraham Romero y Romualdo Ochoa, Rafael Martínez
y su mujer Gila Daniel, Santiago Loroña y su esposa doña Chuy, pero también
José María Loroña con su compañera Josefa Lugo, además, Manuel Arvizu y su
señora Eloísa Miranda, Manuel Mendoza e Ignacia Martínez, su mujer, y don
Trinidad González casado con Rafaela Loroña. Dos años después se abre la
sección aduanal de ese pueblo fronterizo.
El 28 de
febrero de 1898, a Agustín Sanginés le toca promover el decreto gubernamental
que ordenaba que a Ensenada de Todos los Santos se le quitara de encima el
santoral completo, en virtud de la confusión que causaba su nombre con el de
esa otra población del Distrito Sur con idéntico apelativo. Pocos meses después
nace la Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja California —futura
subsidiaria de la California Development Co—, y la conforman Guillermo Andrade,
Hiram W. Blaisdell y el doctor William T. Heffernan, vecino de Yuma.
Ese año de
1898, a su vez, los señores Bernardo Meléndrez —dueño del “Rancho El Carrizo”—,
Santiago Castro y Ángel González con sus respectivas familias, se asientan en
un sitio al que llamaron “Rancho del Viborón”, situado en las inmediaciones de
esa área donde se ubican hoy las colonias Abasolo y Agrícola Castro en
Mexicali.
Para 1899,
Sanginés motivaba la renuncia de un acomodaticio José María Villagrana,
fundador de la primera aduana del otrora Partido Norte, como juez de paz y
encargado, además, del resguardo policial de la Colonia Tecate, cargo que, a
Carlos A. Quijaza, presidente municipal de Ensenada, había equivalido a
recomendar al oso hormiguero para cuidar hormigas.
El 11 de
julio de 1899, en su renuncia dirigida al coronel Agustín Sanginés, Jefe
Político y de las Armas del Distrito Norte de la Baja California, Villagrana
decía:
«Dentro de dos o tres días, a lo sumo, tendré
que ausentarme de este lugar para atender algunos asuntos de familia, por tal
razón suplico a usted se sirva indicarme a qué persona hago, mañana mismo,
entrega del archivo y demás objetos de la pertenencia del Juzgado, cuya
Secretaria ha estado a mi cargo en virtud del nombramiento con que fui honrado
por la H. Asamblea Municipal; a la que también suplico a usted comunicarle mi
definitiva separación del empleo del que se trata y se digne manifestarle
haberme visto en la penosa necesidad de no hacer ante ella directamente mi renuncia
a causa de la urgente prontitud de mi marcha. Libertad y Constitución. Rúbrica: José María Villagrana».
Por esas
fechas, Manuel Clemente Rojo desempeñaba una posición homóloga a la de
Villagrana, en la comunidad de Santo Tomás, y Felipe S. Dueñas, en Rosario.
Éste luego se integraría a la Aduana Marítima de Ensenada y años después sería
nombrado administrador de la sección aduanal de Los Algodones, la cual fue
instaurada precisamente ese año de 1899.
Además, en
1899, George Chaffey, paisano del canadiense Harry Chandler, acabaría por
dominar financieramente a la California Development Company (C.D.C.), dando el
banderazo de salida a uno de los trabajos más grandiosos en los anales de la
historia de la construcción de sistemas de riego agrícola. La intención era
llevar las aguas del Colorado hacia el Valle Imperial, California, a través de
suelo mexicano. Con esto, Chaffey hizo suyo el sueño de su amigo Oliver M.
Wozencraft, gestado en 1849.
Para mayo 15 de 1900, en la ciudad de Los Ángeles, Guillermo Andrade,
Irma W. Blaisdell y William T. Heffernan, ante notario procedían a protocolizar
el acta constitutiva de la Compañía Sociedad de Irrigación y Terrenos de la
Baja California, S. A.; a finales de ese año —el día 28 de diciembre— la
California Development Co., se comprometía con la de Irrigación y Terrenos de
Baja California a construir un sistema de canales en suelo mexicano.
El 1 de
diciembre de 1900, Sanginés modificaba el Distrito Norte en once secciones
municipales. Cristino Fonseca fue nombrado juez de paz de la sección municipal
de Los Algodones, y Luis Márquez, impuesto como subcolector de impuestos. Al
poco, fue sustituido por Daniel Sández en el puesto de juez de paz de dicha
comunidad. Seis años antes, Sández ya había ejercido el puesto de juez
auxiliar de este pequeño poblado cuando esa zona era apenas una simple
demarcación municipal.
En 1901, el
jefe político Agustín Sanginés, comisiona a Urbano Vásquez con carácter de
secretario del Juzgado de Paz y de la Policía, encargándole la seguridad
pública de dicha sección municipal.
Los primeros campamentos situados en Valle Imperial
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George Chaffey |
En febrero
de 1900, George Chaffey, financiador del proyecto para las obras de
canalización del Desierto del Colorado, y L. M. Holt —alias “Limpy” —,
publirrelacionista en jefe de la futura Imperial Land Co., empezaron a recorrer
la zona aledaña al Monumento 220-A,
acompañados del ingeniero D. L. Russell (“Scotty”) y de la gente encargada de
los trabajos de excavación para construir un Canal (el Imperial) desde el Río
Colorado, en los Estados Unidos, hasta el Río Álamo, en México, del cual
aprovecharían su cauce, de sureste a noroeste, para reingresar al desértico
Valle californiano por un punto al que se le daría por nombre Bocatoma Sharpe
(Compuertas), cercano al Monumento 220. Es a “Limpy” Holt a quien los
historiadores norteamericanos reconocen como el que bautizó a las ciudades
gemelas de Calexico y Mexicali. Los masones sanginesistas reservarían ese honor para
Agustín Sanginés.
Al mes
siguiente (marzo de 1900), Chaffey y “Limpy” Holt, conforman la Imperial
Land Co., y encomiendan su dirección a S. W. Ferguson; de manera independiente,
otro grupo de pioneros integrado por Peter Barnes (alias “Barne”), T. P.
Banda, Joe Estudillo, Mobley Meadows, M. P. Jaussaund, René Grivel y otros
franceses con algunos “zanjeros” mexicanos, llegan a la zona e instalan un
campamento a 400 metros al norte del Monumento 220, situado donde la calle
Pedro F. Pérez y Ramírez confluye con Avenida Colón, de Mexicali. “Barne” pone
ahí su tienda de abarrotes y Estudillo instala dentro la primera Oficina
Postal, formándose un nuevo asentamiento humano.
En abril 11
de 1900, con Rockwood a la cabeza de un grupo de ingenieros peritos, un
cocinero chino y una cuadrilla de trabajadores mexicanos, establecen el primer
campamento de la empresa a 15 millas al sur de la Estación de Flowing Well.
Ese equipo
dirigido por Charles R. Rockwood lo conformaban C. N. Perry, D. L. Russell,
George C. Sexsmith, Fred Hall, Dick Harris, Jack Summer, Jack Larrabee, Frank
Quailey, Robert Sexsmith, Billy Hinckle, Joe Carter, Harry Ingall, Charley Nun
—el cocinero chino— y la cuadrilla de “zanjeros”. Pronto llegaría otro pequeño
grupo de colonos en búsqueda de tierras: James E. Peck, fundador de compañía
ferretera J. E. Peck del Centro, California; George C. Hunt y señora; Byron
Rice y el viejo reverendo Jonh Shenk y su esposa.
Para 1901,
los Shenk fueron los primeros en obtener títulos de propiedad de terrenos dentro
del Valle Imperial, concedidos por el gobierno de los Estados Unidos; su hijo
Adolfo Shenk llegaría a ser propietario de las tierras aledañas a Cerro Prieto,
en suelo mexicano.
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El campamento de la Laguna Azul, en 1900. Al fondo, el Cerro del Centinela |
Por la falta
de agua, a la tercera semana, aquel equipo de trabajo se movió a las cercanías
de Flowing Well para establecerse a orillas de la Laguna Azul, instalando un
segundo campamento en el sitio donde vivía desde hacía tiempo el “tal Seeley
con una bola en la frente”, según testimonio de don Daniel Sández. En la Laguna
Azul el agua estaba más limpia, y ahí improvisaron una enramada grande que
funcionó por un tiempo como improvisado hotel, siendo ocupado por los nuevos pioneros
que iban llegando en las diligencias de Estación Flowing Well.
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Laguna Cameron, en 1900, situada en la línea divisoria entre Calexico y Mexicali, en las inmediaciones del Monumento 221 |
El siguiente
paso, fue abrir un tercer campamento en la Laguna Cameron. Ahí encontraron a
George Chaffey y su gente. Ese día, el ventarrón lanzó por los aires las
tiendas de campaña. A ese campamento, se adhirieron el superintendente Thomas
Beach y su mujer, cuya hija Cameron nacería un año después en un quinto
campamento instalado, en suelo norteamericano, a un costado del Monumento
220-A, que más tarde se llamaría Calexico.
Sobre las
tres zonas de abastecimiento de agua natural en el Valle Imperial, Charles
Robinson Rockwood, en su escrito “Born in the Desert”, dice:
«Los únicos sitios donde se podía encontrar
agua en todo el Valle, estaban en la Laguna Azul, en la Laguna Cameron y en los
Pozos del Becerro en Río Nuevo, al Noroeste de la base de Imperial. Organizados
en pequeñas cuadrillas acampamos en Laguna Cameron y la gente empezó a trabajar
a tres millas de allí. Después tuvimos que acarrear agua de los distintos
aprovisionamientos acondicionados en diversas partes del área, hasta que las
aguas de la Laguna Cameron bajaron de nivel y se convirtieron en una gran
charca saturada de peces, lo que hacía imposible el consumo para la sobrevivencia
humana».
En agosto de
ese año de 1900, Chaffey y su equipo de trabajo, desde el lugar donde quedaría
situada la Bocatoma Hanlon, inician las excavaciones para hacer un canal de 5
millas (8 kilómetros) hasta la frontera con México.
Sobre el
campamento sede instalado en la Laguna Cameron, las aguas empezaron a bajar y
la abundancia de peces y de pelícanos, acechando el cardumen, las volvieron
cenagosas; en octubre de 1900, se vieron obligados a levantar las tiendas para
establecer el campamento base en lo que es hoy la ciudad de Imperial. Es así
como se realiza la apertura de un cuarto campamento. La decisión de George
Chaffey de remover el campamento base de La Laguna Cameron hacia Imperial,
según Tout, fue de sabios pues años después, con las inundaciones de 1906, esa
área de la Laguna Cameron desaparecería para siempre.
En noviembre
26 de 1900, a instancias de Anthony Heber, llega al campamento base de Imperial
J. B. Hoffman y se integra al equipo de la California Development Co. El 12 de
febrero de 1901, por los días en que empezaron a llegar los primeros pioneros
mexicalenses a instalarse en los alrededores de la entrada del “Camino de la
Herradura” a México; J. B. Hoffman integra una cuadrilla de cucapás y desde el
campamento base de Imperial, se dirige hacia dicho punto para levantar un
quinto campamento que estaría conformado de tres tiendas: las de los ingenieros
Charles R. Rockwood y C. N. Perry y sus familias, y la del superintendente
Thomas Beach y su mujer embarazada.
Respecto a
las causas del levantamiento de este Quinto Campamento, Otis B. Tout, en su
obra “Los Primeros Treinta Años del Valle Imperial (1901-1931)”, asienta:
«De acuerdo a C. N. Perry, la Imperial Land
Co. andaba buscando un sitio para levantar un poblado al pie de la línea
fronteriza y se decidió que en las tierras bajas alrededor de la Laguna Cameron
era imposible. De ahí el campo fue removido en dirección a los 160 acres de
terreno en la línea propiedad de George Chaffey. Mientras el agua de los
canales no estuvo a disposición, el agua tuvo que ser transportada de los
pozos instalados en México, dado que en esa zona el agua para consumo
doméstico era inapropiada».
«El señor
Chaffey donó una parte de sus terrenos y ordenó la trazadura de un
pueblo. En dicha trazadura participaron Fred Hall, E. H. [Pete] Gains, y
Paul McPherry. Nos inclinamos a dar crédito a que fueron L. M. Holt y George
Chaffey los que le dieron nombre a los poblados de Calexico y Mexicali».
Calexico-Mexicali: ciudades gemelas
En lo que
concierne a la fundación de Calexico y de Mexicali, dos puntos deben de quedar
muy en claro, primero que el origen de estas ciudades gemelas es la
construcción, iniciada en 1900, del sistema de irrigación para llevar las aguas
del Colorado hacia el Valle californiano de Imperial, utilizando el afluente
del Álamo que atraviesa el Valle mexicalense, y el segundo radica en comprender
que dichas ciudades tal y como las conocemos, fueron trazadas y posteriormente
levantados sus centros urbanísticos, tomando como referente el Monumento 220-A;
o sea, el punto donde hoy se ubica la “Puerta México” que da paso a Calexico,
California, y a Mexicali, Baja California. En dicha época, esa zona
era conocida como la del “Río”, de seguro en alusión al Río Nuevo que antes de
la inundaciones de 1905 y 1906 pasaba hacia Estados Unidos por el Monumento
221, situado por la Calle 11, en Pueblo Nuevo.
La Laguna
Cameron, desaparecida con las inundaciones de 1906, estaba ubicada en medio de
la frontera de Estados Unidos y México, entre terrenos que hoy comprenden la
ciudad de Calexico y la zona del “Río” (Nuevo) perteneciente a la demarcación
Cucapá, que jurisdiccionalmente dependía de la sección municipal de Los
Algodones.
Estos
aspectos esenciales son los que demarcan el origen real de estas dos
ciudades fronterizas. Por tanto, en las inmediaciones del “Río” y de la Laguna
Cameron no había otro rastro de poblado que no fuesen los pequeños
asentamientos cucapá, dispersados en aquella zona plagada de mezquitales, donde
vivieron nativos como Borrego y Dos de Bastos.
El hecho de
que estos dos señores se encontrasen en esa época entre los naturales habitantes
del área, lo confirma Margaret Romer en su libro testimonial “Una
Historia de Calexico”, así como los testimonios vertidos por los mexicanos que
llegaron en 1901 a la zona del “Río”, en búsqueda de un mejor futuro.
Sobre
Borrego y Dos de Bastos, Margaret Romer le da al primero el título de “mascota”
de los calexiquenses, en alusión a su condición de primer morador de la
localidad y a la estimación que le profesaba la gente de ese pueblo; en
consonancia, doña Ernestina Monreal Moreno, pionera llegada en 1902, en
entrevista concedida a Enrique Estrada Barrera, en 1973, afirma:
«Cerca de nosotros vivía un indio muy
conocido, de quien se decía había sido el primero en llegar a Mexicali. Le
llamaban indio Borrego y era un hombre grandote, moreno, bien dado; con una
trenza que le llegaba casi a los talones, muy bien tejidos, negros y brillosos.
Tenía unos perros y cuando la inundación pudo salir y contaba que como no tenía
provisiones tuvo que matar los perros para comérselos. Había también otro indio
llamado Dos de Bastos, que usaba dos plumas en la cabeza. Siempre andaban
juntos; parece que eran indios cucapás».
Ese febrero
de 1901, entre lo que serían la vía del tren y la línea fronteriza entre
Calexico y Mexicali, Edward Aiken —originario de Campo, California— manda a
construir una casita de adobe para luego convertirla en el Internacional Bank.
Rockwood y Perry, por su lado, levantan las oficinas de la “California
Development Company” cerca de allí. A su vez, el doctor Heffernan instala una
tienda de abarrotes con la mira de surtir a la gente de la ranchería contigua,
viviendo en México, que iba de compras a la Tienda de “Barne” (Varney), ubicada a un
tercio de milla al norte del Monumento 220, donde se encontraba el grueso de la
población del lado norteamericano, establecida en improvisadas tiendas de
campaña. Los colonos mexicanos, incluso, también iban de compras a Paringa
(Heber), caserío situado a la mitad del camino entre el nuevo campamento
fronterizo e Imperial.
Esa fecha
del 12 de febrero de 1901, fue un día conmemorable para quienes convergieron en
el monumento 220-A, pues atrapa en el tiempo y el espacio el instante en que
estos dos poblados, nacieron en medio de la luz esplendorosa de ese brazo del
universo llamado Baja California.
Por 1901,
además de cucapás como Borrego y Dos de Bastos, que habían trabajado en el
levantamiento del quinto campamento gringo, del lado mexicano vivían gente como
Zaragoza Contreras, Antonio Villarino, Jesús Guluarte, Expectación Carrillo,
Jesús Arias, Francisco Barrios, el francés René Grivel y el norteamericano M.
P. Jaussaund, quienes estando instalados en el campamento de la Tienda de
“Barne”, decidieron salir de ahí e instalarse del lado mexicano; como autoridad
policial de aquella demarcación dependiente de la sección municipal de Los
Algodones, estaban Urbano Vázquez, Benigno González, Juan Ceceña y Casimiro
Lucero.
En lo que
concierne a presencia de la autoridad policial en la zona del “Río”, a inicios
del año 1901, Ramón Zumaya confirma esta realidad en su testimonio vertido a la
Dirección General de Instrucción Pública, el 7 de septiembre de 1933, al
afirmar lo siguiente:
«En marzo de 1901 que llegué a este lugar, la
autoridad estaba representada por los policías Urbano Vásquez y Benigno González».
Como jefe
policial de Los Algodones, Urbano Vásquez había sido sustituido por Manuel
Vizcarra, que dos años más tarde se convertía en juez auxiliar de la
demarcación de Mexicali, dependiente de la sección municipal de Los Algodones.
El 26 de abril de 1904, el jefe político Celso Vega lograría elevar de
categoría política a esta demarcación al transformarla en sección municipal,
nombrando como primer juez de paz de Mexicali a Wenceslao Cifuentes.
Delfina Vda.
De Moreno se encuentra entre las personas que hacen su arribo a la zona en
febrero de 1901; Ramón Zumaya y su Bernarda del alma, llegan en marzo, y
después están Francisco L. Montejano —primer presidente municipal de Mexicali—,
Juan Moreno, Refugio Contreras, Ernestina Monreal, Cleofás Chacón, Mateo
Avilés, Francisco Demara, Francisco Flores, Jesús Orozco, Mateo Valdez,
Apolinar Muro, Leandro Verdugo, etcétera. Todos ellos fueron los primeros
vecinos mexicanos que testimoniarían el levantamiento de las oficinas del Banco
Internacional y de la California Development Company (C.D.C), cuya estructura,
en 1911, pasaría a ser el llamado Distrito de Irrigación de Imperial, año
en que es fundado este organismo.
Sanginés: problemas con José Ives Limantour
Durante la
gestión de Agustín Sanginés, en 1901, se da otro hecho histórico único e
irrepetible para esa región desértica del Desierto del Colorado; la bocatoma de
Pilot Knob, situada en los Estados Unidos, entre los monumentos divisorios 207
y 208, a 16 kilómetros al oeste de Yuma, Arizona, abre sus compuertas el
14 de mayo dando paso a la corriente hacia el Valle de Mexicali hasta
atravesar ese 20 de junio de dicho año, la Bocatoma Sharpe (Compuertas) con el
fin de irrigar el Valle Imperial, en California.
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Bocatoma Sharpe (Compuertas) Colección Miguel Ángel Berumen |
El 14 de
mayo de 1901, George Chaffey envía un escueto pero histórico telegrama a su
hijo Andrew M. Chaffey, Presidente del California Bank de Los Ángeles:
«Hoy las aguas cruzaron el canal justo a las
11 de la mañana. Todo va muy bien. George Chaffey».
Para otoño
de 1901, 1500 acres (607 hectáreas) de tierra se habían cultivado en el área de
Calexico, iniciando con este paso la industrialización agrícola del Valle
Imperial.
Hacia
septiembre de 1901, Sanginés eleva al poblado de Tijuana con 350 habitantes, a categoría
de subprefectura, ascendiendo a Jerónimo G. Azcárate como subprefecto; último
juez de paz de la antigua sección municipal. El 18 de dicho mes de septiembre,
Sanginés nombra a Gustavo Terrazas, como primer comandante de Gendarmería y
Policía Municipal del Distrito Norte, con sede en Ensenada. Dos años después
este hombre sería designado por Celso Vega, como hombre fuerte de la
subprefectura de Tijuana, y para 1905, marcharía con el mismo puesto hacia
Mexicali, que había adquirido la categoría de subprefectura a mediados de ese
año.
El desfalco de Teodoro Tejeda
A finales de
1901, Teodoro Tejeda, contador cajero de la aduana del puerto, desfalca a la
American Surety Company de Nueva York con 6 mil pesos oro. Luego, aquel soltero
galante con saco de casimir y polainas, de bastón de ébano con empuñadura de
oro, amparado en las sombras de la noche mediterránea, huye de Ensenada dejando
a sus espaldas la casa y sus elegantes ajuares, las deliciosas tertulias en el
Hotel Iturbide, sus múltiples relaciones sociales y amorosas, incluyendo, en su
precipitada salida, hasta el abandono de su lujoso bastón.
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Ensenada señorial de principios del siglo pasado |
Para el 2 de
enero de 1902, el Juzgado de Distrito ejerce un embargo precautorio sobre sus
bienes dejados al garete y los resguarda en los almacenes de la aduana, pero
puestos a disposición de la jefatura política. El coronel Agustín Sanginés,
nueve días más tarde, nombra a Gustavo Terrazas, Primer Comandante de
Gendarmería y Policía Municipal del Distrito Norte, como depositario de los
mismos, designando a los ciudadanos David Zarate y Heraclio Ocho, en calidad de
peritos valuadores. En enero 15 de ese año, el licenciado Guillermo
Obregón, representante jurídico de la empresa agraviada, envía un oficio al
jefe político advirtiendo lo siguiente:
«Esta Compañía ha tenido noticias de carácter
privado, en la que se le informa que se trata de considerar como mostrencos [sin dueño], los objetos que dejó el
Señor Tejeda, que fue contador de esa Aduana».
«Como esta Compañía en calidad de fiadora del
Señor Tejeda ha pagado a la Tesorería General de la Nación la cantidad de $ 6,
000,60 [seis mil
pesos con sesenta centavos], suplico a UD., se sirva mandar se dé
conocimiento a esta Compañía, para que se proceda a lo que haya lugar y antes
de que se disponga de esos objetos. México, enero 15 de 1902. Rúbrica: Guillermo Obregón».
Diez días
más tarde, el jefe político Sanginés le aclaraba por oficio al licenciado
Obregón que dicho objetos de antemano habían sido consignados por el licenciado
Manuel T. Corzo, Juez de Distrito, a la jefatura en calidad de mostrencos, y
que se tramitaría el expediente respectivo con sujeción a la ley.
La huida de Tejeda y la cuantía de su hurto
Todo indica
que, para no levantar sospechas, Tejeda había pelado gallo con los seis mil y
pico desfalcados, huyendo con lo que traía puesto, dejando a recaudo de las
autoridades la casa, los muebles y su fino guardarropa; es obvio que con
la subasta de esos bienes no hubiese podido resarcir a la American Surety
Company el monto robado.
Para darnos
una idea del valor adquisitivo de 6 mil pesos a inicios del siglo pasado, basta
señalar que funcionarios públicos del nivel de Sanginés, Arróniz y Vega,
percibían cada diez días 109 pesos con 60 centavos de sueldo; o sea, 328 pesos
con 80 centavos al mes, lo que por año ascendía a la cantidad de 3 mil 945
pesos con 60 centavos. Tejeda había puesto pies en polvorosa embolsándose casi
dos años de sueldo del funcionario público mejor pagado del Distrito Norte: el
jefe político y militar. Comparativamente hablando, con halo de sorpresa,
cualquiera de nosotros diría hoy: ¡Se peló con dos años de sueldo del
gobernador!
El extraordinario viaje de Sanginés al Colorado
En los
primeros días de febrero de 1902, sirviéndole como guía el gendarme Juan
Tamayo, Agustín Sanginés emprende un extraordinario viaje hacia la zona del
desierto del Colorado con el fin de verificar la habilitación del Río Álamo
cuyo afluente serviría para irrigar suelo californiano. Estando allí, le
tocaría vivir dos acontecimientos extraordinarios: la salida de George Chaffey
como cabeza de la California Development Co. (C.D.C.), y de su asesor principal
—”Limpy (Desgarbado)”— L. M. Holt, como publirrelacionista de la Imperial Land
Co.
A raíz de
que los historiadores norteamericanos le endilgan a “Limpy” Holt el haber sido
quien bautizó a Calexico y Mexicali con el nombre que hoy llevan; J. A.
Alexander, en su libro “The Life of George Chaffey: A Story of Irrigation
Beginnings in California and Australia”, sobre L. M. Holt dice:
«Etiwanda es mejor conocido por haberse
fundado allí la “Holt-Chaffey Mutual Water Company System”, que vino a ser el
modelo en que se inspiraron las futuras empresas de Irrigación de California.
El nombre de George Chaffey está indisolublemente ligado al de un hombre
extraordinario cuyo nombre no puede ser omitido en relación a la construcción
de los sistemas de irrigación californianos: L. M. Holt, avezado periodista en
sistemas de irrigación, editor del “Riverside Press and Horticulturalist”. Holt
tuvo una marcada influencia en la vida de George Chaffey. Al igual que éste,
también fue un visionario —algunas veces un genio excéntrico que le imbuía confianza al
canadiense [Chaffey]—.
Como estudioso de los sistemas de irrigación y de las políticas gubernamentales,
Holt fue el principal asesor de Chaffey, transfiriéndole sus conocimientos e
ideas para la obtención de efectos prácticos».
George
Chaffey y “Limpy” Holt, en febrero de 1902, fueron sustituidos por un hombre al
que el canadiense, en 1900, había desplazado del control de la C.D.C.: Anthony
H. Heber, quien los había hecho renunciar en compañía de S. W. Ferguson, su
director en la Imperial Land Co., designando a Frederick C. Paulin en su
lugar.
A Sanginés
le tocó encontrar la zona del “Río” con vestigios de la nevada de finales de
enero de 1902, la primera que cayó en Mexicali durante el Siglo XX, la segunda
fue treinta años después, el 12 de diciembre de 1932.
Retorno a Ensenada
A su retorno
a Ensenada, Agustín Sanginés reúne la documentación requerida para desencadenar
los trámites ante el Despacho de Gobernación y hacer de Mexicali una sección
municipal, requisitos que cumple a cabalidad el 26 de marzo de 1902, sin
embargo, no envió la documentación a Gobernación. Es posible que la presión
ejercida por Ricardo Obregón, de la American Surety, ante José Ives Limantour
—secretario de Hacienda— en relación al caso Tejeda, hubiera hecho mella en los
afanes de Sanginés.
En mayo 30,
Gustavo Terrazas, renuncia como depositario de los inmuebles embargados a
Tejeda, declarando como pérdida una parte sustancial de los bienes resguardados
en los almacenes de la Aduana. En tal función, a Terrazas lo sustituye Arcadio
Villegas, secretario del Ayuntamiento.
Después de
la última de sus visitas a Mexicali, a mediados de 1902, la situación política
de Agustín Sanginés se agravaría aún más cuando, el 2 de julio de ese año, le
informan de la insubordinación del preso Luciano Cabrera, quien, tras causar
estropicio y medio, rehusaba ingresar a su celda en la cárcel de Ensenada. El
coronel comete la imprudencia de entrar al recinto carcelario, solo, a encarar
al rijoso, dándose un forcejeo entre ambos a mitad del patio. Al sentirse
rebasado en fuerzas, Sanginés saca la pistola y le da de tiros, aquietándole
para siempre.
Doce días
después, el general Manuel González Cosío, secretario de Gobernación, le envía
a Sanginés copia de un oficio recibido que venía de parte de José Ives
Limantour —el segundo hombre más poderoso después de Porfirio Díaz— dando una
inaplazable orden:
«AL Jefe Político del Distrito
Norte de la Baja California».-
«La Secretaria de Hacienda me
dice con fecha 10 del actual, lo que sigue»:
«Dispone el Presidente de la República que se
sirva usted [González
Cosío] ordenar al Jefe
Político del Distrito Norte del Territorio de la Baja California, no ponga
obstáculo al embargo administrativo, que con esta fecha se ordena al
Administrador de la Aduana de Todos los Santos practique de los bienes del
excontador de la misma Aduana, Teodoro Tejeda, en virtud de que estos bienes
están declarados indebidamente como mostrencos, pues no pueden tener esa
calidad, dadas las responsabilidades que reportan a favor del Fisco Federal,
con motivo del desfalco de dicho Tejeda. Lo que tengo la honra de comunicar a
Ud. para los fines consiguientes».
«Y la transcribo a Ud. [a Sanginés] para sus efectos».
«Libertad y Constitución. México,
Julio 14 de 1902. Rúbrica: González Cosío».
A principios
del mes de agosto de 1902, Sanginés es citado con urgencia a México, por requerimiento
de Gobernación con el fin de tratar los asuntos Tejeda y el relativo al
muertito de la cárcel.
Para el 14
de agosto, el general Harrison Gray Otis —suegro de Harry Chandler—, Moses H.
Sherman, Otto Freeman Brant, Frank F. Pfaffinger y William H. Allen Jr., le
compraban a Guillermo Andrade 800 000 acres (323 748 hectáreas) de terrenos en
el Valle de Mexicali para organizar la “California-Mexico Land and Cattle Co.:
C. M. (Ci Em) Ranch, mejor conocido por los mexicalenses como el
“Rancho de la Cien”.
El pueblito en la región de “Río”
El 26 agosto
de 1902, desde el villorrio de pescadores conocido como San Felipe, José
Escobedo, en pleno calorón, emprende camino hacia el pueblito del “Rio”,
guiando a cuarenta y dos asiáticos recién desempacados de Sinaloa. La tirada
era llegar a los bebederos de Tres Pozos y al del Salado, reabastecerse de agua
y descansar un rato, para luego reanudar camino. Nomás que no supieron dar con
los pozos. En vez de regresarse, siguieron caminado nueve días, perdidos. Entre
los cerros Moreno y de El Mayor, en la Sierra de Las Pintas, la muerte hizo su
agosto ganando treinta y cinco orientales de un jalón. Solo ocho llegaron vivos
al actual Mexicali: siete arrepentidísimos chinitos y el atarantado guía. A esa
zona donde murieron, ubicada a 55 kilómetros de San Felipe, desde entonces es
llamada “El Chinero”.
Por esas
fechas ya estaba construido el primer hotel de Mexicali, justo en la línea
fronteriza. Su dueño era el francés René Grivel, quien, aprovechando la
instalación de una fábrica de ladrillos en Calexico, manda a construir un
hostal que fue devorado por las aguas en la inundación de 1906.
Al frente, la garita aduanal; al fondo, el Hotel Internacional de René Grivel. |
Sobre la
existencia de dicho hotel, doña Cleofás Chacón Verdugo —en una entrevista
realizada, en 1973, por Enrique Estrada Barrera— da testimonio de lo siguiente:
«Cuando llegué a Mexicali, en 1903, tenía
nueve años de edad. Entonces había una ciénega [parte de la Laguna Cameron] por donde hoy es la Calle Cuarta
de Pueblo Nuevo y los que iban llegando se iban instalando cerca de la ciénega
para que la mulada tuviera agua. La línea internacional era un canalito: los
vecinos podían pasar a los Estados Unidos por donde quisieran y no había
problemas. Toda la zona de este lado del canal se usaba como pista para
carreras de caballos, que era una de las principales diversiones. Al final de
esa franja, pegadito a la línea, estaba el hotel del francés René Grivel y más
allá, llegando donde ahora es el barranco, estaba la escuela de la profesora
Merceditas Carrillo».
Los hoteles
de Calexico e Imperial, fueron construidos en 1902, el primero, y 1904, el segundo.
Sanginés: regreso de México
En
septiembre de 1902, Agustín Sanginés regresa de México a Ensenada, exonerado
del presunto homicidio, trayendo consigo dos órdenes de gobierno bajo el brazo:
que el gobierno de la República había valorado como mostrencos los bienes
confiscados a Tejeda y por tanto había que rematarlos para el 20 de septiembre,
anunciando, también, que el teniente coronel Abraham Arróniz, jefe y político
militar del Distrito Sur, le sustituiría en el cargo, habiendo quedando él como
jefe político-militar de ese distrito.
El sábado 20
de septiembre, a las 10 de la mañana, frente a la casa municipal, estaban
rematando los “bienes mostrencos” que quedaron del huidizo Teodoro Tejeda, cuyo
monto de los objetos era de 105 pesos con 60 centavos.
De aquel
excelso ajuar de casa que a Tejeda le habían embargado un día, hasta la
bacinica de porcelana china en la que Teodoro, religiosamente depositaba su
óbolo matinal como abono a la fertilidad del suelo ensenadense, había
desaparecido. Los amantes de lo ajeno arrasaron con sus pertenencias, legando
al acervo cultural de Ensenada varios cuadernos de comedias y zarzuelas, una
pieza de música para canto y otra para piano, un cuaderno de composiciones
musicales realizado por Julio Yduarte, un método de solfeo hecho por M.
Morales, dos tomos intitulados “Veracruz Ilustrado” y otro sobre Baja
California, un libro llamado “Los Pequeños Poemas de Campoamor”, un curso de
inglés escrito por T. Robertson, acompañado de un libro de lecturas en ese
idioma, una cartera vacía, cuero de Rusia, dos espejos biselados (uno cuadrado
y otro oval), un tocador-cómoda con espejo de luna y párele de contar. Del paradero de Teodoro Tejeda, del resto de sus muebles y de los seis mil
pesos, sepa Dios.
Sobre la
actuación gubernamental de Sanginés algunos autores le dan gran peso al impulso
realizado en el ámbito educativo, aunque su labor política habría de ser de
mayor impacto, dado que Sanginés, con la fundación de la Logia Simbólica
Occidental número 1, en 1894, da cabida y sentido en el Distrito Norte a los
afanes políticos de una clase media emergente, trabajadora, liberal y laica.
De la
Occidental número 1 de Ensenada emergieron clubes políticos como el Democrático
y el Manuel Márquez de León, dando cabida con el tiempo al surgimiento de otras
logias masónicas en los demás pueblos, de donde emergieron nuevas
organizaciones político-sociales: partidos políticos locales, sindicatos
obreros, agrupaciones de jornaleros agrícolas y sociedades mutualistas. Las
logias masónicas, en Baja California, habrían de jugar un papel decisivo en la
organización y el quehacer político y social en años posteriores.
Abraham Arróniz: El gran olvidado
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Abraham Arróniz |
Esta fecha del 14 de marzo de 1903, es muy importante para los
mexicalenses, no por ser el último día de trabajo de Arróniz en el Distrito
Norte, sino porque es el día en que Manuel Vizcarra fue designado como juez auxiliar de la demarcación de
Mexicali —dependiente jurisdiccionalmente de la sección municipal de Los
Algodones—, el cual fue tomado como referente para conmemorar la fundación de
la capital del estado de Baja California, según un simposio de Historia, convocado, el 29 de
agosto de 1968, por José Ma. Rodríguez Mérida, alcalde del V Ayuntamiento. No solo eso, la historiografía regional no le atribuye a Arróniz la
designación de Manuel Vizcarra al puesto de juez auxiliar, sino a su sucesor,
Celso Vega, que asumió el cargo un día después, el 15 de marzo de 1903.
Lo que sí es irrebatible en torno al documento donde presuntamente se designa a Manuel Vizcarra como juez auxiliar de Mexicali, es que en dicho oficio—fechado el 14 de marzo de 1903— no aparece por ningún lado la firma de alguna autoridad municipal o jefe político-militar en cuestión.
Lo que sí es irrebatible en torno al documento donde presuntamente se designa a
Abraham
Arróniz llega nueve meses después de que George Chaffey y “Limpy” Holt habían
partido del Distrito Norte tras perder el control, en febrero de 1902, de la
California Development Co. y de la Imperial Land Co., quedando ambas empresas
bajo la tutela de Anthony H. Heber, quien luego de tomar el control de la
C.D.C., pone a Frederick C. Paulin, como director de la Imperial Land en
sustitución de S. W. Ferguson.
Heber
acabaría también por desplazar a Guillermo Andrade de la presidencia de
la “Compañía de Irrigación y Terrenos de la Baja California”, creada en marzo
de 1898, poniendo a Hiram W. Blaisdell a la cabeza de esa empresa. En esa
época, Urbano Vásquez hacía las veces de agente comisionado para la venta de
terrenos. La figura de Urbano Vásquez adquiere especial relevancia ya que, como
ex autoridad policial en 1901, es él uno de los que presenciaron el trazado de
la actual ciudad de Mexicali. Vásquez murió en 1935, en la Ciudad de Calexico,
siendo ciudadano norteamericano.
Cuando
Arróniz llega al gobierno del Distrito ese 27 de octubre de 1902, hacía
11 días (octubre 16), apenas, que Anthony H. Heber había adquirido en 800 pesos
los 187.36 hectáreas de terrenos en donde estaría asentado el pueblo de
Mexicali. La protocolarización de las escrituras de esas tierras ante la
notaria adscrita al Juzgado de Primera Instancia de Ensenada, se llevaron a
cabo hasta el 26 de febrero de 1903. Con esta operación, como hombre número uno
dentro de la Imperial Land Co, vale decir que Anthony Heber era dueño ya de las
tierras donde se levantarían las ciudades de Calexico y Mexicali.
Como jefe político, Abraham Arróniz también habría de presenciar el nacimiento de la
Colorado River Land Co., constituida el 18 de noviembre de 1902 por Harry
Chandler, cuyo cometido fue la presunta mexicanización del Rancho
California-Mexico Land Cattle Company, llamado “Rancho de la Cien”, propiedad
de su suegro y socios.
El 20 de
diciembre de 1902, Hiram W. Blaisdell, en su calidad de presidente de la
“Sociedad de Irrigación y Terrenos de Baja California”, informaba de manera
oficial al jefe político Abraham Arróniz, que en días pasados había iniciado la
trazadura de un pueblo contiguo a Calexico identificado ya como Mexicali.
El trabajo
topográfico de la trazadura de Mexicali estuvo a cargo de Charles N. Perry y de
Jack Carrillo, bajo la dirección de Charles R. Rockwood. La de Calexico, se
verificó un año antes —febrero 12 de 1901— y los responsables fueron Fred Hall,
E. H. (Pete) Gains y Paul McPherry.
roberelenes@gmail.com
SEP—INDAUTOR
Título original:
Aduanas bajacalifornianas
Registro público:
03-2003-110615022600
1 comentario:
Interesantisima nuestra historia, tuve la fortuna de leer el libro " Los Primeros Treinta An~os Del Valle Imperial" ... La Historia del los valles Imperial y Mexicali estan ligadas porque la finalidad era transformar el desierto del Colorado en un emporio agricola y la historia nos dice que dio resultado. Gracias por compartir este trabajo historico.
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